Mientras sus compañeros de la escuela secundaria se probaban vestidos para la fiesta de promoción y postulaban para asistir a la universidad, Sydnie Romero lidiaba con una decisión que sería difícil para cualquier persona, ni qué decir para una joven de 17 años con enfermedad crónica.
Sydnie nació con anemia drepanocítica, un trastorno genético en el cual la médula ósea produce hemoglobina defectuosa que puede bloquear el suministro de sangre hacia diferentes partes del cuerpo y causar “crisis de dolor”, que son episodios de dolor intenso que pueden durar horas o días. Las personas que padecen anemia drepanocítica también corren el riesgo de tener derrames cerebrales debilitantes.
Durante su infancia, Sydnie tuvo pocas crisis de dolor, pero en la adolescencia, esos eventos se volvieron más frecuentes y le cambiaron la vida.
“Le resultaba difícil sobrellevar el año escolar. Comenzábamos en otoño, pero poco después tuvo que ser hospitalizada y, luego, recibir educación en el hogar debido a las complicaciones de su enfermedad”, recuerda Xzavia Vaz, la madre de Sydnie.
El sueño de graduarse e ir a la universidad para estudiar medicina parecía muy lejano, debido a que la adolescente amante de la ciencia luchaba por su salud.
Como la calidad de vida de Sydnie disminuía, el equipo médico de Cancer y Trastornos de la Sangre en Nicklaus Children’s Hospital comenzaron a buscar respuestas. El equipo médico, liderado por la Dra. Athena Pefkarou, refirieron a la joven al Programa de Trasplante de Sangre y Médula Ósea, y le comunicaron a la familia que sería el momento de considerar un trasplante de médula ósea, el cual puede brindar una cura para el trastorno de anemia drepanocítica.
Un trasplante de médula ósea no se realiza sin riesgos. Se destruye todo el sistema inmunitario del paciente y, luego, se lo recupera de forma gradual a medida que se arraiga la médula trasplantada. Como consecuencia, los pacientes trasplantados quedan internados, con frecuencia, durante muchas semanas en la unidad de un hospital especializado hasta que es seguro que retomen su vida en el hogar. La recuperación del sistema inmunitario continúa realizándose hasta un año después del trasplante, lo cual requiere precauciones incluso después del alta hospitalaria.
“Le dije a Sydnie que la decisión era suya”, recuerda Xzavia. Sydnie decidió que, si su hermana menor, Symone, presentaba médula ósea compatible y podría ser la donante, ella se realizaría el procedimiento”.
Felizmente, Symone sí era compatible. Las niñas, que ya eran muy cercanas, se unieron aún más debido a este recorrido médico compartido. Y a finales de enero de 2016, después del trasplante de diciembre de 2015, Sydnie pudo regresar a su hogar y comenzar su nueva vida.
“Me daba un poco de miedo someterme al trasplante, pero estoy muy feliz de haberlo hecho”, señaló Sydnie, quien ahora asiste a la universidad y espera algún día poder marcar la diferencia para otras personas convirtiéndose en médico.
“Es grandioso no tener que preocuparme acerca de si podré terminar el año escolar”, mencionó. “Ahora la vida es mucho más simple”.