Daniel notó que a su hija, Daniela, le estaba creciendo una pequeña protuberancia en el cuello y la llevó a la sala de emergencias de Nicklaus Children’s Hospital.
Debido a una rara afección subyacente conocida como xeroderma pigmentoso, en la que el cuerpo carece de una enzima para reparar los daños en la piel y la predispone a desarrollar neoplasias malignas en la piel, se sospechó que la protuberancia de Daniela podría ser un tumor. Daniela regresó a su país natal, Costa Rica, para que realizaran una biopsia de la protuberancia y recibió un diagnóstico de melanoma, el tipo más grave de cáncer de piel que se desarrolla en las células que producen pigmentación del color de la piel.
Daniela se sometió a una cirugía para extirpar el tumor, pero después de tres meses, reapareció. Esta vez, la protuberancia cubría todo un lado de la cara, y los médicos de Costa Rica le dijeron a la familia de Daniela que solo le quedaban unos cuatro o cinco meses de vida. Fue entonces cuando Daniel trajo a su hija Daniela de regreso a Nicklaus Children’s Hospital, donde los médicos diseñaron un plan integral de tratamiento y atención.
Hoy, ocho meses después de que le dijeran que solo le quedaban de cuatro a cinco meses de vida, Daniela está en proceso de recuperarse y recibe atención continua.
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