Por:
Cristina Edmunds
publicado el agosto 23, 2017
Recibir la primera invitación para ir a jugar casi se siente como un rito de iniciación. Sueñas con que tu hijo conozca a su nuevo mejor amigo y los imaginas creciendo juntos a la par. Tienes la esperanza de encontrar una nueva mejor amiga tú misma, una nueva mamá que comprenda lo que estás atravesando, y comienzas a planificar futuros encuentros para almorzar, tomar café, ir de compras, clases para madres e hijos, e incluso tener citas dobles con los cónyuges antes de que en realidad se hayan conocido. ¡Será perfecto! Pero ¿y si no es así? ¿Qué sucede si no tienen absolutamente nada en común, excepto el hecho de que dieron a luz hace poco? ¿Qué sucede si tienen enfoques completamente diferentes en cuanto a la crianza? ¿Qué sucede si tu hijo tiene un retraso en el desarrollo y el otro niño es como un cohete disparado?
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