Por:
Maeghan Garcia
publicado el agosto 16, 2017
Esta noche, más temprano, me acurruqué detrás de Mason mientras estaba acostada con él en su nueva cama de automóvil esperando que se quedara dormido. Él estaba de espaldas a mí, y con mis brazos envolvía apretado su delicioso cuerpecito. De alguna manera, sin querer mi mano terminó perfectamente aprisionada entre el colchón y su pecho, y podía sentir cada latido de su diminuto corazón en la yema de mis dedos. Por lo general, me voy poco después de estar segura de que ha entrado profundamente en la tierra de los sueños. Pero esta noche me quedé un poco más.
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