“Mi madre vio un comercial en televisión donde informaban que Nicklaus Children’s Hospital practicaba EKG de detección y, aunque me resistí y me quejé mucho por tener que ir un viernes por la tarde para que me hicieran una prueba que yo creía que no servía para nada, definitivamente estoy agradecido de que haya tomado esa decisión porque terminó salvándome la vida”, relata Andrew Lorenzen.