Sebastian siempre había sido un niño sano que rara vez había tenido que ir al médico, y mucho menos a la sala de emergencias. Su madre, Martha, se preocupó cuando Sebastian comenzó a sentir un dolor de cabeza sordo que no se le iba. Llevó a Sebastian al pediatra, quien le realizó una serie de pruebas para detectar diferentes cuestiones, desde problemas de presión arterial hasta de la visión, pero todo parecía andar bien. Tras varios días de dolores de cabeza continuos, el pediatra de Sebastian recomendó que la familia lo llevara a la sala de emergencias para realizarle más pruebas.
En cuestión de horas, a Sebastian le diagnosticaron un tumor en el cerebro y acumulación de líquido cefalorraquídeo (LCR) causado por la obstrucción de las vías de líquido normales, lo cual se conoce como hidrocefalia. Los médicos inmediatamente entraron en acción para crear un plan de tratamiento.
Sebastian se sometió al primer procedimiento, una cirugía para disminuir el líquido en el cerebro, poco después de recibir el diagnóstico.
En los próximos meses, Sebastian se sometió a cuatro rondas de quimioterapia y radiación.
“Aunque Sebastian respondía bien a la quimioterapia, el tamaño del tumor seguía aumentando, y eso era preocupante”, explicó el Dr. Ziad Khatib, neurooncólogo pediátrico de Nicklaus Children’s Hospital.
Se sometió a varias cirugías con la Dra. Toba Niazi para extirpar el tumor y poder tener la mejor calidad de vida.
“Sebastian ha superado tres cirugías, quimioterapia y radiación. Lo hemos sometido a mucho. Estamos muy orgullosos de él y esperamos con ansias ver sus logros en la vida, ahora que puede enfocarse en eso y ya no en este diagnóstico”, dijo la Dra. Niazi, neurocirujana pediátrica y directora de Neurooncología en Nicklaus Children’s Hospital.
“No fue fácil, pero Sebastian es realmente un niño fuerte y un luchador. Fue muy difícil verlo atravesar estos obstáculos, sin embargo, era él quien nos inspiraba a mantenernos positivos y tranquilos”, dijo Martha.
Sebastian completó el tratamiento en el verano de 2019 a los 12 años y ya no tiene cáncer. El estudiante con todas calificaciones “A” aspira a convertirse en médico algún día y seguir los pasos de los médicos que le salvaron la vida.