Yuray Rodriguez, de 19 años de edad, es un estudiante universitario típico, que asiste a clases y pasa tiempo de calidad con sus hermanas en la cocina. Nadie se daría cuenta de que nació con un defecto cardíaco grave si no fuera por la cicatriz que tiene en el pecho.
Yuray tenía solo 15 días de edad cuando se le realizó una cirugía cardíaca en Nicklaus Children’s Hospital para reparar una afección conocida como coartación aórtica, un estrechamiento de la aorta que puede provocar insuficiencia cardíaca y presión arterial alta. Cuando Yuray nació, tenía dificultad para respirar, un signo de que el estrechamiento de su corazón era significativo y requería cirugía para repararlo.
Robert Hannan, el cirujano cardiovascular pediátrico del Instituto del Corazón que operó a Yuray cuando era bebé, afirma que esta afección puede causar efectos graves si no se trata.
La operación fue un éxito, y Yuray ha estado sano desde entonces. De hecho, quería asegurarse de que su equipo de atención supiera lo bien que estaba después de todos estos años.
“Soy la prueba viviente de que nacer con un defecto cardíaco no es tan malo como parece. Soy consciente de lo afortunado que soy, pero también de que todo es posible”, dice Yuray.
Yuray es uno de los muchos niños en el sur de Florida y más allá que ha vivido hasta la edad adulta con un defecto cardíaco congénito gracias al trabajo de cirujanos y médicos que salvan vidas y que se dedican a reparar estas afecciones que suponen una amenaza de vida en los corazones más diminutos.
Considere la posibilidad de apoyar a niños con defectos cardíacos congénitos donando al Instituto del Corazón para que puedan vivir una vida larga y saludable como Yuray.