Si su niño/a llora cada vez que se frustra, intenta evitar las actividades programadas a último momento o busca peleas con su hermano constantemente, es posible que usted se preocupe; en especial, si se trata de comportamientos nuevos. ¿Cómo saber si las dificultades emocionales o conductuales de su niño/a son cambios normales del crecimiento o signos de problemas de salud mental?
Los niños a menudo comunican sus emociones a través del comportamiento. Si no pueden describir lo que les molesta, pueden parecer tristes, estar distraídos o ser irrespetuosos. Pero no todos los arrebatos son signo de un problema de salud mental. Para muchos niños, estos sentimientos y acciones son parte del desarrollo normal. Si se produce un gran cambio o una pérdida, los niños pueden tener comportamientos intensos durante un período breve.
Un comportamiento preocupante que dure varias semanas, o que parece mejorar y luego empeora drásticamente, puede requerir atención adicional.
Si le preocupa que su niño/a pueda tener un problema de salud mental, siga estos pasos:
Observe sus estados de ánimo y comportamientos.
Tome nota de la frecuencia del estado de ánimo y de los comportamientos con fechas y detalles específicos:
- Observe con qué frecuencia su niño/a actúa de cierta manera. Si es una o dos veces a la semana, es probable que sea típico para un/una niño/a, pero si el comportamiento preocupante se produce la mayoría de los días, es posible que se justifique investigar más a fondo.
- También observe durante cuánto tiempo su niño/a experimenta una emoción o un comportamiento. Si los supera después de unos minutos, puede ser razonable. Si no se calma después de un período más prolongado, incluso con su ayuda, es posible que se necesite una evaluación más profunda.
- Finalmente, la gravedad del comportamiento de su niño/a también es importante. ¿Provoca pequeñas disrupciones o paraliza las situaciones? Si sus acciones interfieren con el tiempo en familia, la educación escolar, los juegos u otras actividades, es posible que desee realizar una investigación más profunda.
En esta etapa, es posible que se dé cuenta de que los comportamientos preocupantes de su niño/a ocurren con poca frecuencia, pasan rápidamente y no interfieren con su capacidad de desarrollarse. O es posible que descubra patrones preocupantes que justifiquen investigar más a fondo. Si esto sucede:
Pida opiniones a otros
Cuando sus observaciones iniciales revelen patrones preocupantes, hable con otros adultos presentes en la vida de su niño/a. Su niño/a puede actuar de manera diferente en entornos estructurados, como la escuela o los equipos deportivos. Observe si demuestra los mismos comportamientos con sus maestros, entrenadores, abuelos o niñeras. Si es así, ¿las disrupciones son más cortas o más largas que en el hogar? ¿Ocurren con mayor o menor frecuencia? ¿Los demás adultos tienen técnicas que ayudan a calmar a su niño/a?
Si descubre que los comportamientos son constantes en todos los entornos y están sucediendo hace más de 2 semanas, considere reunirse con un profesional.
Busque ayuda de una fuente confiable
Visite al pediatra o al personal de la escuela de su niño/a para hablar sobre sus inquietudes. Sea lo más específico posible. Lleve notas detalladas. Mencione cualquier cambio reciente que pueda haber afectado a su niño/a, como una muerte o un divorcio. Si ha notado cambios en la dieta, los hábitos de sueño o los niveles de actividad física de su niño/a, compártalos también. El médico o el personal de la escuela pueden ofrecer sugerencias útiles, derivar a su niño/a a un/a especialista o recomendar pruebas o exámenes de detección.
El seguimiento de sus inquietudes puede terminar confirmando un desarrollo normal, pero también puede ser lo que hacía falta para que su niño/a reciba la ayuda necesaria para tratar un problema de salud mental.