Una pregunta bastante común en estos días es ¿qué se siente ser mamá de 3? Y con el corazón en la mano y muchas ganas de compartir esta aventura, les contaré lo maravilloso y lo complicado que es.
Yo soy hija única, crecí sin hermanos y sin primitos, por lo que siempre soñé con tener una familia grande. Después de tener a mi primera hija, estaba segura que quería tener otro bebé y sin dudas ni miedos, buscamos a mi pequeña Sabrina.
La vida con 2 hijas fue maravillosa pues las niñas se aman, se acompañan y aunque tienen las peleas normales entre hermanas, son inseparables. Verlas crecer y compartir se convirtió en lo más lindo de nuestras vidas, aunque en mí siempre existía esa espinita de “que rico otro bebé…”. Pero la vida, el trabajo y el vivir en un país lejos de nuestras familias me hacía poner los pies en la tierra y cerrar el tema cada que trataba de abrirlo. Para mi sorpresa, la vida tenía otros planes, pues esa espinita se convirtió en una enorme e inesperada sorpresa cuando nos enteramos del embarazo número 3.
Digamos que fueron 9 meses de sentimientos encontrados sobre la llegada de un nuevo bebé. Yo pensaba en cómo me multiplicaría a la hora de dormirlas, cómo organizaría mis horarios de amamantar un bebé mientras llevaba a las niñas al colegio, el trabajo, el colegio, la comida… Mientras mi marido pensaba en las futuras peleas por la ventana del carro, en que ya no podríamos viajar a 1 solo cuarto de hotel, que no cabríamos en una sola fila del avión y demás locuras cotidianas, que a mi realmente no se me pasaban por la cabeza.
El día que nació Micaela y la tuvimos en los brazos se abrió una luz de claridad y felicidad en nuestras vidas. Honestamente sentí que me mandaron un regalo del cielo, todas las dudas se comenzaron a disipar y los miedos pasaron a ser parte del pasado.
¡No es para nada fácil tener 3 hijas! Ha sido una locura hermosa. No es fácil dividirse y tratar de darle tiempo por separado a cada una de mis hijas. Créanme que hay una hora del día en que todas quieren a la mamá al mismo tiempo y para cosas totalmente diferentes. Ha sido un gran reto lograr darle el tiempo individual a cada una sin perder la cordura.
Durante estos casi 3 años he aprendido a respirar más profundo que antes, a dejar la ropa sucia más tiempo, a lavar los platos cuando se pueda y a mantener mi casa como el lugar donde disfrutamos y vivimos en familia, no como una sala de exhibición para publicarla en una revista.
La vida con 3 hijas me ha enseñado que hay que tener rutinas establecidas, pero siempre con un espacio para ser libres. Y finalmente todos los retos que hemos tenido, los hemos superado y con la mayor recompensa, ver a mis hijas felices.